Sábado por la noche y el restaurante comienza a llenarse mientras te preparas para entrar en uno de esos turnos de dos horas. Ese día sabes que no vas a ganar nada porque esas dos horas solo te permiten pagar algo de gasolina.

Cinco minutos antes de tu hora de entrada a tu jornada laboral, debes fichar, sino la empresa considera que le estás robando su tiempo y te obligan a firmar un documento donde se lee: sanción leve.

Las ocho de la tarde y comienza el temido “golpe”. Tu puesto de hoy es estar cogiendo pedidos en la calle, en el carril por donde pueden hacer el pedido los coches. Según sales, comienzas a sudar, es pleno mes de julio y estamos a 40º. Notas como el calor del asfalto y el de los motores empiezan a pegarse al cuerpo mientras atiendes a un público no especialmente amable. “Al menos no es invierno”, piensas mientras recuerdas el frío en tus manos o esos días de lluvias fuertes y viento, donde trabajar hasta calarte los huesos es un hecho asegurado.

Pasa un rato y no puedes más. Decides pedirles permiso a tus superiores para beber agua. Pero no es tu día y te la niegan alegando que no es una hora adecuada para abandonar tu puesto y ponerte a beber. Además, ellos no entienden la pregunta, porque tú ya sabes los horarios que rigen a que horas tu cuerpo puede o no sentirse deshidratado.

Con rabia, te vuelves a los coches mientras piensas que podría ser peor, podrías estar en las freidoras o en las planchas (hace semanas que el aire se rompió y la empresa ha decidido no arreglarlo porque les sale más barato).

Tu turno está llegando a su fin y solo deseas llegar a la caja de fichaje y pensar en el día siguiente que libras, pero un superior te pide que te quedes al cierre. Accedes con resignación, pero accedes al fin y al cabo porque sabes que esta semana sólo tienes 15 horas. Aunque sabes que ese cierre te va a costar caro, ya que se comerá tres horas de tu día libre, y eso contando con que el cierre salga bien y no tengas que echar media hora más que ya veremos si te pagan, porque lo mismo ¨no has trabajado lo suficiente¨.

Sólo te queda el consuelo de pensar que el día de cobro está cerca. Un consuelo fantasma en realidad. Ese mes sabes que sólo les han sido dadas horas extras a personal específico elegido por la gerencia y tu sueldo se va a quedar en 600€.

Sales al fin del turno y te quedas hablando con tus compañeros y compañeras. Los temas son los mismos de siempre: problemas de ansiedad, para dormir, tensión con la gerencia debido a las múltiples broncas, la excesiva videovigilancia por las cámaras, el poco reconocimiento del trabajo bien realizado, la exigencia de los superiores…

El cigarro se acaba y decides despedirte de ellos y ellas. Sacas las llaves del coche mientras vas de camino al parking. Montas, te pones algo de música y abandonas el lugar dejando un cartel atrás donde se puede leer: “Bienvenido a McDonald´s”.

 

Este es el día a día de muchos trabajadores y trabajadoras de comida rápida. Aparte del mal trato que se recibe por parte del cliente, se ven obligados a trabajar con contratos basura de pocas horas sin encima pagarles las extras; son vejados y humillados por sus superiores; horarios ridículos de pocas horas u en otros casos llegando a ser excesivos sin saber ni siquiera a qué hora saldrán de trabajar; tener que repartir con vehículos totalmente precarios y nada seguros…

Por todo eso y mucho más, nuestra máxima solidaridad y apoyo a los trabajadores y trabajadoras de comida rápida porque si nos tocan a una, nos tocan a todas.

¡ORGANÍZATE Y LUCHA!

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