Yo no voto, prefiero ejercitar la responsabilidad y mantener la decencia.
Yo no voto, prefiero no fortalecer la barbarie y no colaborar con el engaño y la mentira.
Yo no voto, no quiero mancharme voluntariamente de la sangre, las torturas y la violencia que puedan llevarse a cabo por los Estados, la banca y los ejércitos.
Yo no voto, prefiero no ser partícipe de la trampa y el engaño, ni legitimar unas reglas de juego endémicamente corruptas.
Yo no voto, prefiero organizarme con otras personas horizontalmente de igual a igual, y luchar para cambiar las cosas, practicando el asamblearismo, la autogestión y la acción directa. Y no ceder mi voluntad a políticos de ningún gobierno.
Yo no voto, no soy un individuo apático y pasivo, me preocupan los temas que me afectan a mí y a mi alrededor, por eso elijo no regalar a través del derecho a voto, ni mi voz, ni mi consentimiento a un sistema o régimen corrompido desde su raíz.
Yo no voto, no quiero ser un siervo pasivo y delegar los asuntos importantes que conciernen a mi vida y a mis colectivos, a empresas-partidos, bancos, entidades e instituciones remotas en las cuales no puedo influir en absoluto.
Yo no voto, ni me trago el ridículo cuento del “voto útil” o el “mal menor”, no apoyo ni elijo el mal en ningún grado. No me parece poco hacer lo que considero correcto en conciencia y por tanto empezar por retirar mi respaldo moral y respeto a toda esta farsa.
Yo no voto, prefiero tener mi conciencia libre de contribuir y reforzar este sistema de servidumbre mediante mi participación electoral. Prefiero conservar mi personalidad y a partir de ahí buscar alternativas, actuar, crear, pensar fuera y libre de las correas de este podrido consenso.
Yo no voto, no regalo a oligarcas de derechas o de izquierdas, la licencia sobre el valor que otorga el consentimiento de mi existencia para la aceptación de esta sociedad y sus regulaciones.
Yo no voto, la moral y las leyes que imperan son producto del capital y del sofisticado entramado de totalitarismo y corrupción instalado en el Estado para controlar a las masas y engañar a los más disconformes con la falsa idea de la reforma.
Lo siento, ¡yo no voto, no negocio con terroristas!